martes, 25 de mayo de 2010

Desvarios filosóficos

El viaje estuvo bastante bien, si no fuera por un menor ataque al hígado. Llegué a Frankfurt, y apenas me bajé del avión comencé a jugar con todas las palabras que podía llegar a adivinar y entender.

No hay nada más divertido que ir a un país donde no hablás la lengua.

Llegué al control de pasaportes, con toda la papeleta en la mochila, lista para demostrar que mi idoneidad. Estoy en la fila del alemán más alemán de la historia. Me acerco al mostrador, pasaporte en mano, y entonces...

Yo: Hi.
Él: Hello.

Me selló el pasaporte y eso fue todo.

LA LA LA

De ahí, fue hasta la terminal de trenes, y a las maquinolas para sacar el ticket para venir hasta frankfurt...hello...todo en alemán! Así que haciendo uso de mi intuición, elegí lo que me parecía que tenía que elegir, y con billete en mano fui hasta el Sr. Seguridad y básicamente le pregunté si con ese boleto llegaba hasta donde quería llegar. Me dijo que sí, y hasta acá llegué.

Patty me estaba esperando, vinimos caminando hasta el depto de Josie, y descubrí una ciudad tranquila, pintoresca, llena de gente muy amable. Así que, por ahora, sale con fritas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Que bueno que llegaste bien Pau! Jajajaja, y vos que estabas paranoica por la aduana! Que la pases bien!!!!