domingo, 21 de marzo de 2010

Pauli Go Home

Mis últimos días en Río de Janeiro fueron absolutamente fantásticos. Comí bien, salí mucho, bebí cerveja y caipirinhas en justas cantidades, y conocí gente alucinante de todos lados (es increíble como parece que cuando una se está por ir comienza a pasar de todo!).

Llegar a Buenos Aires fue un shock. No sólo desde el punto de vista climático - dejé Río un hermoso día de playa y llegué acá cuando lloviznaba y era preciso usar un saquito - sino cultural.

La gente en Río te sonríe sin razón, por tan sólo cruzar miradas en el super o en un ómnibus. La gente en BA anda con tanta cara de culo que ni siquiera repara en el otro. La gente en Río samba, baila, es alegre. La gente en BA está preocupada, y muchas veces se preocupa porque no tiene nada mejor que hacer. La gente en Río saluda con dos besos. Acá, me quedo pagando luego del parco primero. La gente en Río opta por el camino de la felicidad, y se relaja. La gente en BA opta por el camino de la amargura, y quiere ser moderna, lo que le impide relajar 5 minutos.

Río tiene açaí, tiene samba, tiene playas, tiene feijoada, tiene pão de queijo, tiene skol. Y Buenos Aires...Buenos Aires tiene medialunas. Que no es poco.

jueves, 4 de marzo de 2010

Cuando fui a la peluquería con cortes de cabellos por 9 reales y me senté en la silla, el tipo me preguntó por dónde quería cortarlo. Le señalé encima del hombro. ¿Dónde?, preguntó de nuevo. Y yo señalé un poco más abajo, arrepentedísima.

El tipo hizo caso omiso a mi señal y en tres tijeretazos secos se deshizo como de 20 centímetros de cabello. Vi los mechones de pelo en el suelo, y debo reconocer que casi casi se me cae un lagrimón. Trolísima, se me llenaron los ojos de lágrimas, y el tipo me dijo "Que é isso?! Na minha cadeira nao se chora!" y me lo repitió varias veces. Así que me aguante el lagrimón, y como nena grande que soy, me banqué todo el corte con los ojos secos.

Ch-ch-ch-ch-Changes

A la semana de llegar a Río, estábamos en Lapa, en la calle, y ahí conocimos a un pibe colombiano, muy gracioso, muy fumado, y estuvimos charlando. Después esa vez, me lo he cruzado en los mil barrios cariocas. Parece que el flaco está en todos lados. Y yo también.

Siempre nos saludamos, aunque a veces él está tan pero tan fumado que me saluda porque me ve cara conocida, y si charlamos me hace siempre las mismas preguntas. Es como hablar con alguien con Alzheimer. De dónde soy, hace cuánto tiempo que estoy acá, y me cuenta un poco lo que está haciendo él acá, que es básicamente trabajar como artesano y músico callejero.

En fin, hace unos días estaba en Emporio, un bar de Ipanema, y ahí estaba el colombianito (debe medir 1.50 m como mucho), super fumado as always.

Se acercó a charlar, y comenzó a hablar en portugués, así que me di cuenta que - nuevamente - no tenía idea de con quién estaba hablando.

- Ah...¿eres argentina? Sabes, he conocido a una chica que es muy parecida a tí, podría ser como tu hermana. Pero no recuerdo su nombre. Es increíble el parecido. Tampoco recuerdo bien de dónde era. Creo que también era Argentina.
- Ajá.
- ¿Y hace cuánto estás aquí?
- Hace cuatro meses
- Ah... qué bien. Espera...¡Entonces eres tú a quien conocí! ¡Estás muy cambiada! Te has cortado el cabello, estás más delgada, ¡mucho más carioca!
- Así parece...

Fumado. Desorientado. Pero con un poco de reacción.




lunes, 1 de marzo de 2010

La cuenta regresiva

Cada vez me queda menos tiempo en Brasil. Y si bien tengo muchas ganas de arrancar para Europa, determinadas situaciones que vivo aquí, hacen que sienta tristeza por - la cada vez más próxima - partida.

Estuve en Paraty, que me encantó a pesar de la lluvia casi incesante. Conocí a una chica muy copada de Rosario, que cumple años el mismo día que yo - sagitariana como Gachi y Pachi -, así que anduvimos juntas recorriendo la ciudad y aledaños. Además, en el hostel, conocí mucha gente copada. La verdad, es que la lluvia no terminó siendo tan grave.


Volví en micro hacia Río, compartiendo el viaje con dos ingleses que estaban en el mismo cuarto que yo, boludeando y dando pequeñas clases de español y de portugués (?). Llegué a Río, y lluvia.

Llegó Marzo - en tres días hace cuatro meses que estoy en Brasil - y llegó la temporada de lluvia. El pronóstico me desanima diciendo que durante los próximos diez días el tiempo va a seguir igual. Yo sólo espero que una vez más el Sr. Pronóstico se equivoque. ¿Alguien me hace un favor y le pregunta a Mauricio? Ay, ojalá que diga que va a seguir lluvioso y que tengo que preparar mis botas de lluvias (sí, esas que no tengo).

En resumen, ya es marzo, estoy en Río, de nuevo en la casa de Cristiana, rodeada de samba. Lo que me pone muy contenta y triste a la vez.