domingo, 21 de marzo de 2010

Pauli Go Home

Mis últimos días en Río de Janeiro fueron absolutamente fantásticos. Comí bien, salí mucho, bebí cerveja y caipirinhas en justas cantidades, y conocí gente alucinante de todos lados (es increíble como parece que cuando una se está por ir comienza a pasar de todo!).

Llegar a Buenos Aires fue un shock. No sólo desde el punto de vista climático - dejé Río un hermoso día de playa y llegué acá cuando lloviznaba y era preciso usar un saquito - sino cultural.

La gente en Río te sonríe sin razón, por tan sólo cruzar miradas en el super o en un ómnibus. La gente en BA anda con tanta cara de culo que ni siquiera repara en el otro. La gente en Río samba, baila, es alegre. La gente en BA está preocupada, y muchas veces se preocupa porque no tiene nada mejor que hacer. La gente en Río saluda con dos besos. Acá, me quedo pagando luego del parco primero. La gente en Río opta por el camino de la felicidad, y se relaja. La gente en BA opta por el camino de la amargura, y quiere ser moderna, lo que le impide relajar 5 minutos.

Río tiene açaí, tiene samba, tiene playas, tiene feijoada, tiene pão de queijo, tiene skol. Y Buenos Aires...Buenos Aires tiene medialunas. Que no es poco.

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