Como comenté en el post anterior, me iba a encontrar con algunos chicos a almorzar. Bajo un rayo de sol inclemente (sí, uno sólo que abarcaba a toda la ciudad), arranque de nuevo. Esta vez, en dirección al centro.
Nos juntamos en un lugar que se llama Beço da Sardina ("Beso de la sardina", cómo la manejo, ¡por favor!) Como su nombre lo indica, la especialidad de la casa son sardinas, sardinas fritas. Pensé por un segundo en hacerme la distraida y pedir arroz y queso, pero me dije "¡tengo que probar!" y eso hice. No me comí una, sino dos sardinas fritas! y quedé pipona. De todas maneras se notó la extranjería, ya que los locales comían entre 6 y 8. Lalala.
Había averiguado para ir a comprar libros usados (quiero comprar algo de Amado para leer en portugués y algún libro de portugués para extranjeros), pero una chica de couchsurfing Sonia, me invitó a unirme a ella y a Katia de Francia, que tenían planeado ir al Museo de Bellas Artes. Claro! Los libros lo puedo comprar en cualquier otro momento.
Así que primero pasamos por un café, tomamos un cafecito (los 46º no nos hicieron escarmentar), y seguimos hacia el museo de bellas artes. Donde había una exposición de Chagall. Impresionante. Claro, yo conocía un par de cuadros, pero verlos ahí tete-a-tete y ver por ejemplo, la colección que armó para la novela Las Almas Muertas de Gogol fue impresionante. Además también estaban exponiendo la serie de grabados sobre la biblia. Donde hubo uno que me interesó particularmente. La tombe de Rachel, donde de lejos uno no se da cuenta, pero si se acerca lo suficiente puede ver unos puntos azules en la copa del árbol que en las imagénes que se ven por internet no se notan. Pensé en sacarle una foto, pero no importa cuanto tiempo pase y a cuánta gente vea sacando fotos en los museos, yo no me acostumbro.
Luego fuimos para el Centro Cultural de la Caixa, que es un banco muy grande acá y donde por 30 años trabajó Sonia (que ya está retirada). Y luego fuimos al Convento de San Antonio, que es una de las iglesias más viejas de Rio. En la entrada se leía que fue construida en 1529.
La iglesia propiamente dicha estaba cerrada por refacciones pero fuimos como a una capilla que tenía el techo muy bajo y de madera. Bastante creepy. Lo realmente creepy fue ver gente yendo a confesarse. Gente joven! Pensé que era una práctica que había caído en desuetudo. Claramente, no.
Y para compensar la cultura y la religión, nos fuimos a tomar un "yópi" (chopp en portugués carioca) a Amarelihno que es un bar tradicional de Rio, cuyo nombre viene del hecho de que el edificio bajo el cual se encuentra es amarillo. Tome mi cervejinha, fale com a gente y practique mi portuñol, que está tan terrible como siempre.
Luego, tomé el bus de vuelta para el departamento, ducha rápida y salimos ráudamente con Benny para encontrarnos con Cecilia, la chica brasilera que hospedé hace casi dos años en BA. Fuimos a comer a un restaurant árabe, y comí de nuevo hasta quedar pipona. Es la primera vez desde que llegué a Río en que como hasta sentirme llena. Bueno, claro tampoco llegué hace tanto tiempo, lo sé.
Sonia y Katia en el Museo
No hay comentarios:
Publicar un comentario