De todas maneras, no es justo comparar BH, una ciudad bien grande con una ciudad de 60 mil habitantes en el medio de las sierras. Son dos cosas completamente distintas.
Ouro Preto se caracteriza por sus subidas y bajadas - mucho más pronunciadas que las de BH, mi rodilla encantada -, por un estilo bien colonial, y por una cantidad casi ilógica de iglesias.
Ayer, visité, sin exagerar 6 iglesias en un día. Si no fuese una maldita hereje, ayer me hubiese ganado el ticket de ingreso al cielo.
Algunas fotos, aquí:
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